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domingo, 28 de abril de 2019

Marcha "BAJO -TIETAR" la corta pero con sudores finales.

De sobra sabíamos a lo que nos íbamos a enfrentar en estos parajes de este maravilloso valle del Tiétar, con ese conocimiento todos optamos por hacer la marcha con el recorrido más corto que la organización ofrecía pero, los 88 km no iban a ser gratuitos y el esfuerzo a realizar tendría que ser serio.
Y así comenzamos este sábado de Abril con algo de fresco matutino pero, con una previsión de muy buen tiempo. La salida fue algo enrevesada, después de acudir a nuestro cajón...el blanco, hubo un cambio de ubicación a última hora y nos tocó ir al final de la plaza, con lo cual, los primeros kilómetros encontramos mucho tráfico por el numeroso número de participantes.

Aún así, al pasar el tiempo se fue despejando y se empezó a disfrutar del fabuloso paraje que nos rodeaba en todo momento. La suerte de acudir a estas marchas tan numerosas es poder conocer personas de muchos y diferentes lugares, y ayer tuvimos esa suerte en las personas de Nuria, Sonia y Mariano, al marido de Sonia solo le vimos pinchado...¿?. Un matrimonio y medio con los que compartimos mucho tiempo de ruta, simpáticos y buena gente, que eso se ve a la legua.
Llegó Pedro Bernardo y su largo recorrido, pero igual que llegó se fue pasando y con parada obligatoria en el alto de este puerto para contemplar su asombroso paisaje, siempre momento foto que hay que documentarlo todo.
Volvimos a encontrarnos con nuestros recientes amigos de Badajoz, y terminamos este primer puerto a la espera de la famosa subida a la Centenera, aunque para eso hubo que pasar por muchas y variadas subidas y bajadas, que iban minando nuestras piernas y haciendo que nuestro esfuerzo empezase a pasar factura. La organización y las gentes del lugar también cumplieron su función, mientras unos nos tenían estratégicamente situados los lugares donde avituallarnos, los otros nos subían el ánimo con sus aplausos y sus gritos de apoyo, los que transitamos en las marchas de la mitad para atrás, agradecemos enormemente que alguien desinteresadamente te anime en esos momentos, por ello doy las gracias a todos.
Poco a poco entre risas, charlas y otras desventuras , transcurre el tiempo, y con ello los kilómetros. Y así, sin darnos cuenta estábamos subiendo la famosa Centenera, no digo que fuese fácil pero todo pasa en esta vida y, al llegar a ese tramo de carretera sabíamos que estaba terminada la subida.
Desde este punto se baja ya rumbo a Arenas de San Pedro, aunque antes hubo que sortear alguna dificultad que otra, llegamos donde terminamos el año pasado, subiendo al castillo de Arenas de San Pedro. En este avituallamiento nos atendió muy amablemente una tudelana afincada allí, que junto a mi mujer y sus fotos, que de nuevo la vimos en ese punto, fue otro momento de relax y reposición de fuerzas para afrontar el último tramo de la marcha ahora sí dirección Mombeltrán.
Quince kilómetros nos separaban de nuestra meta y el punto donde nos encontrábamos, habíamos restado el desnivel que llevábamos y el que estaba previsto hacer; y nuestras cuentas nos daban un resultado y la realidad nos presentó otro muy distinto, con la paliza ya considerable en nuestras piernas, la bajo tiétar nos reservaba una pequeña sorpresa final, diez kilómetros de mucho subir y poco bajar para cubrir ese último tramo de ruta, allí se hizo esa selección natural de aquellos que no se sabe si van regulando para el sprint final, vigilandose unos a otros o, más bien lo que reserva este momento es juntar a todos los que se juntan como los móviles de última generación queriendo recargar batería del que va al lado. La visión desde lo alto de la ladera del castillo de Mombeltrán nos hizo sospechar que estábamos al caer, literalmente hubiese sido así por la altura que teníamos ganada, pero aún tuvimos que subir otro poco ya para retorcerse en la bici y por fín, bajar a la meta situada en el mismo lugar donde a las 8:30 de la mañana habíamos salido.
Felices y contentos cruzamos la meta y se nos pasaron lo males, nos abrazamos por otro reto conseguido y fuimos derechos a por las patatas revolconas que tenían guisadas para nosotros.
Otra más en el haber, seguiremos a por otras, disfrutando de sus paisajes, de sus gentes y seguiremos conociendo gentes de esta nuestra España maravillosa.
Y despido con la letra de esa jota de la zona, "Al pasar el puerto el Pico, volví la cara llorando, adiós pueblo de mi valle, que lejos te vas quedando". Y así desaparecimos rumbo a nuestra querida Tudela de Duero.
Os dejo todas las fotos AQUI espero que las disfrutéis.





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